lunes, 27 de agosto de 2012

Todo a su tiempo


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Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a su
casa para poder ver a la mariposa cuando saliera de el. Un día vio
que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por
varias horas, viendo que la mariposa luchaba por hacerlo más grande
y poder salir.
El hombre vio que la mariposa forcejeaba duramente para poder pasar
su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento
en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no
progresaba en su intento. Pareció que se había atascado.
Entonces, el buen hombre decidió ayudar a la mariposa y con una
pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande, de
manera que la mariposa pudiera salir del capullo. Sin embargo, al
salir, ella tenía un cuerpo muy hinchado y las alas pequeñas y
dobladas. El hombre esperaba que las alas se desdoblarían y que el
cuerpo se contraería al reducir lo hinchado que estaba, pero no
sucedió ninguna de las dos situaciones y la mariposa solamente pudo
arrastrarse en círculos, con su cuerpecito hinchado y las alas
dobladas. ¡Nunca pudo llegar a volar!.
Lo que el hombre, en su bondad, no entendió, fue que la restricción
de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa para
salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza
enviaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que
estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar. Obtener la
libertad y poder volar era algo que solamente podía llegar después
de la lucha.
Algunas veces lo que necesitamos en la vida es la lucha. Si
pudiésemos progresar sin obstáculos, nos convertiríamos en
inválidos, no podríamos crecer.
¡Cuántas veces hemos querido tomar el camino fácil para salir de
dificultades, tratando de usar ”tijeras” para recortar el esfuerzo
que nos conducirá al éxito!.
Así como el oro es refinado con el fuego, sólo a través de nuestros
esfuerzos y caídas saldremos fortalecidos.

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