martes, 31 de julio de 2012

Cada verdad que no enfrentas... se convierte en ENFERMEDAD.....



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Son muy pocas las personas que pueden enfrentar una enfermedad con un sentido profundo, con el sentido de enterarse de qué es lo que está sucediendo y por qué se ha manifestado su enfermedad. A la mayoría de las personas les resulta muy cómodo y tranquilizador el uso de fármacos o una cirugía para mejorar su estado de salud. Acudir a la medicina tradicional para superar su dolencia lo mas pronto posible se convierte en el único propósito, perdiendo de vista la inmensa información que esa dolencia le puede aportar a su vida para mejorar algún aspecto importante y además, para evitar volver a enfermar de lo mismo o de otras dolencias que se relacionan con el mismo tema.
La persona que recibe su enfermedad sabiendo que es un estado de desequilibrio producido en su interior comenzará a informarse, observarse, corregirse y aprenderá algo importante para su vida, sin dar tanta importancia a la dolencia en si misma, sino, rescatando el mensaje mas valioso que es conocer la causa del desequilibrio. La persona que logra comprender el mensaje sana de inmediato y es muy poco probable que vuelva a manifestar la misma enfermedad nuevamente. Cuando acepta el reto, su vida mejora en los aspectos que se relacionan a la creación de su enfermedad, teniendo la posibilidad de desarrollarse mas plenamente, mas sano y mas feliz.
La persona que se deja sanar por agentes externos, sin hacer los cambios internos, tiene muchas probabilidades de volver a manifestar la misma enfermedad varias veces, y si se ha acogido a una cirugía es posible que luego enferme otros órganos del cuerpo.
Cuando comprendemos que la enfermedad es una posibilidad de crecer y hacernos más fuertes, las cosas se desarrollan de forma muy distinta a lo que sucede, con una persona que aun no lo ha comprendido. Es verdad que resulta muy sencillo acallar un dolor con un analgésico, y olvidarse del asunto, pero también es verdad que la tarea que emprende el que comienza a escavar en su interior a partir de ese dolor físico, saldrá renovado, mas maduro, mas consciente y con la practica no volverá a necesitar enfermar para mejorar algún aspecto de su vida.
Se sabe de lugares donde las personas gozan de una excelente salud y una larga vida y se han trazado factores claves que determinan esa condición. Ellos son más felices, ríen mucho, tienen más libertad, más tranquilidad y disfrutan de la vida en una forma más acentuada que los demás. Por alguna razón, ellos han descubierto que se puede vivir en perfecta salud y lo practican.
No podemos desconocer que al comenzar a observarnos vamos a encontrar una infinidad de cosas desagradables que en muchas ocasiones nos hacen sentir aun más mal que antes de hacerlo. Sin embargo, la tarea dará sus frutos sin excepción y los beneficios serán elocuentes.
La gran tarea de observarse es una bendición, si bien a veces dolorosa al principio, luego se vuelve tan agradable y necesaria como el aire para respirar. Será necesario atravesar las grandes verdades espirituales, las grandes verdades emocionales y las grandes verdades mentales, para llegar al mundo físico donde solo se está manifestando lo que sucede en nuestros cuerpos energéticos.
Esto requiere tanta paciencia y tanto amor por uno mismo, que a veces creemos estar en una travesía titánica que solo podría realizar algún ser con poderes especiales y divinos. Sin embargo, todos y cada uno de nosotros se encuentra perfectamente capacitado para llevarla a cabo.
Lo más complicado de esto, puede ser iniciar la búsqueda en el interior que nosotros mismos fuimos creando con la aceptación de nuestra realidad, con las experiencias de vida, con las ideas de la conciencia colectiva y que dejamos entrar sin haber podido filtrar. Permitimos entrar mucha información y muchas emociones que no corresponden a nuestra condición de seres divinos eternos y no nos damos cuenta de ello porque no hemos tenido las referencias de la verdad. Encontrar esto y revertirlo a veces es realmente una hazaña, pero es absolutamente posible.
Parece tan normal permitir la entrada de ideas limitantes, incluso es mas, si no lo hacemos nos sentimos extraños, fuera de lo normal, insensibles o egoístas. Por ejemplo, cuando aceptamos la idea de que somos vulnerables, creemos que cualquier situación o persona nos puede dañar, renunciando a nuestra libertad y grandeza y como consecuencia de eso nos enfermamos. Otro ejemplo es cuando aceptamos la idea de que estamos solos y desamparados, renunciamos a la red y la fuente de la que formamos parte, renunciamos a la seguridad del sustento que nos pertenece por derecho divino y como consecuencia de eso enfermamos. Cada vez que renunciamos a alguna verdad enfermaremos.
Muchas veces el desequilibrio energético se encuentra alojado en el cuerpo emocional. La revisión mental nos resulta relativamente sencilla, comparada con la revisión emocional. El cuerpo emocional es tan propio, tan interno y tan característico, que nadie mas puede introducirse allí para hacer algo por nosotros, solo nosotros podemos. ¿Quién puede llegar a saber con precisión lo que estas sintiendo, las emociones que te están embargando?, ¿Quién puede encontrarlas por ti y quien puede reemplazarlas por ti? ¿Quién puede tomar tus emociones y echarlas al tarro de la basura y ponerte dentro las que te hacen bien? ¿Quién puede regalarte o venderte las emociones y las verdades que te estas negando?
Por eso el camino a la sanación se hace angosto y pesado. Resulta tan sencillo ingerir algo y olvidarte de todo. Sin embargo, nada que no sea nuestro trabajo interior será verdaderamente sanador. Hemos venido aquí a descubrir lo que somos, a darnos cuenta de que podemos volver al hogar, a encontrar el camino de regreso casa y la enfermedad es una guía, una guía maravillosa y valiosa, tan valiosa que hasta la puedes recibir con alegría. ¿Pero quien recibe su enfermedad con alegría? Generalmente, cuando enfermamos nos llenamos de miedo, de dolor, de angustia, desesperación y una urgencia por encontrar quien pueda arreglarlo por nosotros porque nos sentimos indefensos.
Sentirnos indefensos frente a nuestra enfermedad no nos ayuda. Es preferible darle la bienvenida y recibir su mensaje para iniciar la tarea de corregir, crecer, amarnos, y aceptar nuestra grandeza infinita. Aceptar esta verdad nos sanará definitivamente.
La ciencia, los fármacos y tantas otras cosas pueden ayudar a palear la enfermedad, pero en definitiva solo cada cual puede sanarse a si mismo. Muchas veces ni siquiera es necesario saber cual es exactamente el desequilibrio que te afecta, a veces solo es necesario reconocer que algo se puede mejorar para que el universo ofrezca las soluciones. Somos tan amados y tan bendecidos, que el solo hecho de poner a disposición nuestro desequilibrio a la voluntad de Dios puede sanarnos. No es necesario que este proceso sea largo y doloroso, no hay ninguna necesidad de sentir dolor y angustia. La persona que está más acostumbrada a revisarse se sentirá más segura y tendrá la certeza de la sanación en cuanto se disponga a comprender que algo de importancia sucede en su interior. No sentirá la urgencia de mejorar y se tomará el espacio de reposo para mirarse con amor a si misma y aprovechará la posibilidad de amarse un poco mas, cada vez un poco mas. Esta persona a comprendido que ha enfermado justamente por eso, porque debe aumentar el amor a si misma y lo hará.
Patricia González.

viernes, 27 de julio de 2012

Escúchese a sí mismo..


                         
ENTREGA...




Interlocutor: Mientras estoy aquí, escuchándolo, me parece que comprendo, 

pero cuando me encuentro lejos de aquí, no comprendo, aunque trate de 
aplicar lo que usted ha estado diciendo.Krishnamurti: ... Usted tiene que
 escucharse a sí mismo y no al que le habla. Si escucha al que le habla, él se 
vuelve su líder, su método para comprender, lo cual es un horror, una 
abominación, ya que así ha establecido la jerarquía de la autoridad. Por lo
 tanto, lo que usted hace aquí es escucharse a sí mismo. Está mirando el 
cuadro que pinta el que le habla; ése es su propio cuadro, no el de él. Si eso 
está bien claro, que usted se está mirando a sí mismo, entonces puede que 
diga: «Bien, me veo tal como soy, y no quiero hacer nada al respecto»,
ahí se termina la cosa. Pero si dice: «Me veo tal como soy, y tiene que 
haber un cambio», entonces comienza a elaborar su propia comprensión, 
lo cual es por completo diferente de aplicar lo que dice el que le habla
 [...]. Si, en cambio, mientras uno está hablando usted se escucha a sí 
mismo, gracias a ese escuchar hay claridad, hay sensibilidad; ese escuchar
hace que la mente se sane, se fortalezca. Sin obedecer ni resistir, se torna 
despierta, intensa. Únicamente un ser humano así puede dar origen a una 
nueva generación, a un mundo nuevo...

Krishnamurti.

La soberbia en la espiritualidad



                                  
La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano” 
(San Agustín)

El creerse superior a los demás es lo que impide que sigamos avanzando y perpetua la sensación de separación, hoy día está muy en voga la “nueva era” y “los maestros” y la espiritualidad en general. Si bien es cierto que existe un deseo sincero por parte de todos de hacer las cosas bien, llega un momento que entre tanto conocimiento nos perdemos de lo esencial, cediendo ante las redes de la soberbia en la espiritualidad.

La soberbia espiritual deriva de considerar que ya se ha alcanzado un gran nivel, producto del conocimiento, es considerarse completamente lleno y sentir que ya no se requiere más, que ahora sólo se quiere enseñar a otro, a los cuales se percibe y se juzga como inferiores o diferentes a nosotros. Si bien es cierto que toda practica en el área espiritual requiere cierto compromiso, también es cierto que pocos realmente pueden ver el corazón de otros y sus intenciones, por lo tanto juzgamos según nuestra percepción errada no desde la realidad del otro.

La verdadera espiritualidad implica inclusión y amor por todos, por lo tanto ninguna persona es más espiritual que otra porque pertenezca o no a una disciplina. Más bien cada quien sigue un camino y procura hacerlo lo mejor que sabe y cada uno de sus actos no son más que las consecuencia de su sistema de pensamiento.

La soberbia espiritual es una de las mayores trampas del ego, porque nos sitúa en un lugar superior y nos desvía de nuestra esencia porque nos aleja del amor, porque este incluye a todos y en ningún momento deja a nadie afuera. Desde el mismo momento que nos situamos en un nivel superior, nos colocamos una máscara y colgamos un gran candado sobre nuestro sistema de creencias, imposibilitando el ser capaces de agradecer las perlas de sabiduría de los que se cruzan en nuestro camino, por la falsa creencia de pensar que ya sabemos todos y que esa sabiduría es la correcta.

Se siente tanto apego a las creencias que nos volvemos fanáticos de ellas, cerrando nuestra mente porque está llena, no dejando espacio para el vacío existencial de “la nada” y la paz que conlleva. La soberbia nos lleva a no saber reconocer nuestros errores, dejando de exigirnos a nosotros mismos por considerarse perfectos y por otra parte midiendo a los demás con un juicio discriminatorio y altivo. A la larga no hay mayor ego que el del “maestro”, porque se tienen todos los rincones de la mente llenos de la telaraña de las creencias arraigadas. Mantén una mente fluida, dejando espacio para la humildad y para el vacío, recordemos que en la Nada se abre un espacio para la manifestación del Ser.

*Secretos de la magia antigua*


                                    
Senderos de luz

Hoy es un buen día para hacer una limpieza profunda de tu lenguaje,es decir de tu verbo creador.
Medita unos minutos en las palabras que más usas...cuando ya las tengas presente pregúntate que experiencias creas con ellas.
Son experiencias que te expanden o que te contraen.
Son experiencias de templanza interior o te provocan estar temerosa, irritada y a la defensiva?
Si ya no quieres más vivir esas experiencias ofrécele al Espíritu esas palabras limitantes y ora para que te limpie,para que te renueve y repare...
Ahora cierra los ojos y permitas que el Espíritu Divino sople palabras en tu corazón.
Así como la buena semilla da sus frutos esa palabras inspiradas también los darán.

Deja que esas palabras de luz y de paz echen raíces en ti...

*Secretos de la magia antigua*

"Nunca duermas con alguien que no te gustaría ser"

                                                   

Presta atención con quién compartes tu energía íntima. La intimidad en este nivel entrelaza tu campo energético con el de la otra persona. Estas poderosas conexiones, sin importar si la importancia que le des, dejan desechos espirituales, sobre todo en las personas que no practican ningún tipo de limpieza física, emocional o de otro modo.

Cuánto más interactúas con otra persona, más profunda es la conexión intima y más estará entrelazada sus energías.

¿Puedes imaginarte cómo esta el campo energético de una persona que se acuesta con varias personas y carga con todas estas energías durante toda su vida? Lo que estas personas no saben es que otros pueden percibir la energía, haciendo repeler la energía positiva y atrayendo la energía negativa a sus vidas.

Yo siempre digo: "Nunca duermas con alguien que no te gustaría ser"
Lisa Chase Pattersontraductor voz

domingo, 22 de julio de 2012

El sabio



El sabio es quien está en armonía con la naturaleza

- Autor: Lao Tse - Fuente: Tao Te King


Sabio

El sabio se mantiene alejado de la rivalidad,
de la codicia y de la confusión
producida por los deseos.
El sabio es feliz al vivir,
es bondadoso y armoniza con todos,
es sincero al hablar, equilibrado
y recto en el trabajo y en la vida.
Cuando acaba su obra, se retira oportunamente,
su respiración es fresca como la de un niño,
y busca siempre beneficiar a los hombres.
El sabio es difícil de comprender,
es cauteloso como quien atraviesa
un río en invierno,
prudente como quien tiene enemigos,
reservado como el huésped de una casa,
sencillo como la madera, tranquilo como un valle
y profundo como las aguas de un lago.
El sabio posee poco
porque se ha olvidado de las cosas,
su presencia es modelo para todos los hombres.
No se muestra, por eso resplandece,
no se vanagloria, por eso sobresale,
no se exalta, por eso merece elogio,
es humilde y se mantiene íntegro.
Permanece independiente,
aunque viva rodeado de gloria y esplendor
nunca pierde la paz.
El sabio no es impetuoso,
y nunca pierde el dominio de sí mismo.
El sabio no ofende a nadie,
y nunca halla motivo para rechazar a nadie.
El sabio es aquel que se conoce a sí mismo,
que quiere conquistarse a sí mismo,
más que conquistar a otros.
El sabio, contemplado,
no parece digno de ser mirado,
oyéndolo, no parece digno de ser escuchado,
sin embargo, contiene en sí todas las virtudes.
El sabio parece que no hace nada y,
sin embargo, nada queda sin realizar.
El sabio hace del corazón de los demás
el suyo propio.
Con el bueno obra de forma buena,
con el malo obra de buena forma.
El sabio se parece a un niño,
nada ni nadie le daña.
El sabio se da cuenta de las cosas
que para los demás pasan inadvertidas,
y estima por igual las grandes y las pequeñas.
El sabio no combate, mas siempre vence,
y no teme a la muerte.
El sabio es, en fin, quien está en armonía
con la naturaleza.

jueves, 19 de julio de 2012

Palabras de Krishnamurti




                  KRISHNAMURTI4

El espejo de las relaciones

La relación es el espejo donde nos vemos a nosotros mismos, tal y como somos. (Krishnamurti)

El amor no es pensamiento, no es deseo ni placer, el amor no es una interacción de imágenes. Mientras tengamos una imagen del otro, no hay amor.( Krishnamurti)

En 1985, Krishnamurti dijo:

“Al igual que uno observa en el espejo su rostro, observa sus reacciones sin distorsión alguna” y esto sólo puede hacerse en la relación con otro. La relación es entonces el espejo en el que podemos vernos tal como somos, si nos miramos en el espejo de la relación

La vida es un movimiento de relación. Dos personas que viven juntas, quizás se encuentren en la cama, pero… por lo demás llevan vidas con intereses distintos. Son como dos líneas paralelas que no se entrecruzan nunca. Y a esto, en lo que no existe un verdadero sentimiento de amor, lo llamamos relación.

¿Cómo es que los seres humanos con sus extraordinarias capacidades y su energía, con la inteligencia que han demostrado en el plano tecnológico, no han sabido resolver esta cuestión, este problema tan esencial?

Ya puede uno meditar, dedicar su vida a la búsqueda de la iluminación, seguir al último gurú o última manifestación de lo que quiera que uno siga, si uno no ha resuelto este problema, ninguno de sus logros espirituales, ni hallazgos tecnológicos, le servirá de nada.

Porque nuestra vida es relación y mientras no resolvamos esta cuestión básica de la realidad, que en la actualidad nos aísla a unos de otros, ese aislamiento inevitablemente, engendrará toda clase de desdicha, confusión, odio e ira.

Debemos preguntarnos por tanto, si es posible entablar una relación en la que no haya ni la más leve sombra de conflicto.

© Krishnamurti Foundation Trust, 1974

Conocerse a uno mismo [10/02/2009]

E: Señor, ¿cómo podemos conocernos a nosotros mismos?
K: Es una buena pregunta. Escuche con atención. ¿Cómo conoce usted el aspecto que tiene? ¿Comprende mi pregunta? Usted se mira al espejo por primera vez, y después de unos pocos días, o unas pocas semanas, vuelve a mirarse y dice: «Ese soy yo nuevamente». ¿De acuerdo? Así es que, mediante el mirarse cada día al espejo, usted empieza a conocer su cara y dice: «Ese soy yo».
Bien, ¿puede, de igual manera, conocer lo que usted es mediante el observarse a sí mismo? ¿Puede observar sus gestos, la manera en que camina, cómo habla, cómo se comporta; si es duro, cruel, grosero, paciente? Entonces empieza a conocerse. Usted se conoce a sí mismo observándose en el espejo de lo que hace, de lo que piensa, de lo que siente. Ése es el espejo: el sentir, el hacer, el pensar; y en ese espejo, usted comienza a observarse. Ahora bien, si el espejo dice: «Éste es el hecho» pero a usted no le agrada el hecho y quiere modificarlo, empezará usted a deformar el hecho y no lo verá tal como es.

Como dije el otro día, uno aprende cuando hay atención y silencio. El aprender tiene lugar cuando usted se halla en silencio y concede su atención completa. En ese estado comienza a aprender.
Ahora permanezca en silencio, no porque yo se lo pida, sino porque ése es el modo de aprender. Esté en silencio y en completa calma, no sólo en el aspecto físico, no sólo en su cuerpo, sino también en su mente; permanezca muy silencioso, y entonces, en ese silencio, atienda.
Atienda a los sonidos que hay fuera de este edificio: el canto del gallo, los pájaros, alguien que tose, alguien que se despide; escuche primero las cosas que están fuera de usted, y luego escuche lo que está pasando dentro de su mente. Y en ese silencio verá, si escucha muy atentamente, que el sonido externo y el sonido interno son una misma cosa.

© Krishnamurti Foundation Trust, 1974

Jiddu Krishnamurti.. El Temor La resistencia; energía y atención



 
KRISHNAMURTI4
7. El Temor
La resistencia; energía y atención
París, 13 de abril de 1969

La mayoría de nosotros está atrapada en hábitos físicos y psicológicos. Algunos somos conscientes de ellos y otros no. Si nos damos cuenta de esos hábitos, ¿es posible entonces terminar con un hábito en particular instantáneamente y no arrastrarlo por muchos meses y años? Si nos damos cuenta de determinado hábito, ¿es posible que terminemos con él sin lucha alguna y que cese instantáneamente el hábito de fumar, la sacudida singular de la cabeza, la sonrisa habitual o cualquiera de los distintos hábitos peculiares que tenemos? ¿Es posible darse cuenta del parloteo interminable sobre naderías, de la inquietud de la mente; puede uno hacerlo sin resistencia o control alguno, de modo que cese fácilmente sin esfuerzo, de inmediato? En eso hay varias cosas involucradas: primero, la comprensión de que la lucha contra algo como un hábito en particular, desarrolla una forma de resistencia contra ese hábito; y uno aprende que la resistencia, en cualquier forma, engendra más conflicto. Si resistimos un hábito, tratamos de reprimirlo y luchamos contra él, malgastamos en la lucha por controlarlo la misma energía necesaria para comprenderlo. En eso está envuelta una segunda cosa: damos por supuesto que el tiempo es necesario y que cualquier hábito en particular tiene que acabarse lentamente, tiene que ser suprimido poco a poco.

Estamos acostumbrados por un lado a la idea de que la única manera de librarnos de un hábito es mediante la resistencia y el desarrollo de un hábito opuesto y, por otro lado, a la idea de que sólo podemos hacerlo gradualmente a través de un período de tiempo. Pero si examinamos el asunto, vemos que cualquier forma de resistencia engendra más conflicto, y también que el tiempo, el tomar muchos días, semanas, años, no termina realmente con el hábito. Y preguntamos si es posible poner fin a un hábito sin resistencia y sin tiempo, inmediatamente.

Para liberarnos del temor lo que se requiere no es la resistencia durante un período de tiempo sino la energía que pueda hacer frente a este hábito y disolverlo inmediatamente: eso es atención. La atención es la misma esencia de toda energía. Poner atención significa entregar nuestra mente, nuestro corazón y nuestra total energía física al acto de atender, y con esa energía afrontar o darse cuenta del hábito en particular; entonces verán que el hábito ha perdido su apoyo y desaparece instantáneamente.

Uno puede pensar que sus diversos hábitos carecen de especial importancia; si uno los tiene, ¡qué importa! O bien encuentra excusas para sus hábitos. Pero si uno pudiera establecer la cualidad de atención en la mente, una vez que la mente captara el hecho -la verdad de que la energía es atención y que la atención es necesaria para disolver cualquier hábito determinado-, entonces al darse cuenta de un hábito o tradición en particular, uno vería que éste cesa completamente.

Tenemos un modo habitual de hablar, o nos complacemos charlando interminablemente sobre naderías, pero si nos volvemos sensiblemente alertas, atentos, entonces disponemos de una energía extraordinaria, energía que no es engendrada por la resistencia, como lo son la mayor parte de las energías. Esta energía de la atención es libertad. Si comprendemos esto real y profundamente, no como teoría sino como un hecho verdadero que hemos experimentado, un hecho que hemos visto y del cual nos hemos dado cuenta totalmente, entonces podemos proceder a inquirir en la total naturaleza y estructura del miedo. Y debemos tener en mente cuando hablamos de esta cuestión más bien complicada, que la comunicación verbal entre ustedes y el que les habla se torna bastante difícil; y que si uno no escucha con suficiente cuidado y atención, la comunicación no es posible. Si ustedes piensan en una cosa y el orador habla de algo distinto, entonces es obvio que la comunicación cesa. Si ustedes están preocupados por algún miedo particular y toda su atención se enfoca en ese miedo, entonces la comunicación verbal entre ustedes y quien les habla también termina. Para comunicarnos verbalmente tiene que existir una calidad de atención en la cual haya interés en la cual haya intensidad, urgencia por comprender esta cuestión del miedo.

Más importante que la comunicación es la comunión. La comunicación es verbal, y la comunión no lo es. Dos personas que se conozcan muy bien pueden, sin pronunciar palabra alguna, comprenderse completamente, inmediatamente, porque han establecido cierta forma de comunicación entre ellos. Cuando encaramos una cuestión tan complicada como el miedo tiene que haber comunión tanto como comunicación verbal, ambas tienen que marchar unidas todo el tiempo o de lo contrario no estaremos trabajando juntos. Habiendo dicho todo esto -era necesario hacerlo- consideremos la cuestión del temor.

No es que tengamos que estar libres del temor. Tan pronto tratamos de liberarnos del temor, creamos resistencia contra él. La resistencia, en cualquier forma, no termina con el temor siempre estará allí, aun cuando tratemos de escapar de él resistirlo, controlarlo, etcétera. El controlarlo, el huir, el reprimirlo, son todas formas de resistencia, y el temor continúa aun cuando desarrollemos mayor fuerza para resistirlo. No estamos, pues, hablando de estar libres del temor. Estar libres de algo no es libertad. Comprendan esto, por favor, porque al examinar este problema, si han puesto toda su atención en lo que se ha estado diciendo, deben abandonar este recinto sin ningún sentimiento de miedo. Eso es lo único que importa, y no lo que dice o no dice el que les habla, o si ustedes están o no de acuerdo; lo que importa es terminar psicológicamente con el temor, de manera absoluta, en lo más íntimo de nuestro ser.

Por lo tanto, no es que uno tenga que estar libre del temor o tenga que resistirlo, sino que debe comprender toda la naturaleza y estructura del temor, comprenderlo. Eso implica aprender acerca de él, observarlo, y entrar en contacto directo con él. Hemos de aprender acerca del temor, y no cómo escapar de él, ni cómo resistirlo mediante el valor, etcétera Tenemos que aprender. ¿Qué significa esa palabra “aprender”? Seguramente que no es acumular conocimientos acerca del temor. Sería más bien inútil examinar el asunto a menos que comprendamos esto completamente. Pensamos que aprender implica la acumulación de conocimientos acerca de algo. Si deseamos aprender italiano, es necesario acumular palabras y su significado, la gramática y cómo combinar oraciones, etcétera, y habiendo acumulado conocimientos, entonces uno puede hablar ese idioma en particular. Esto es, hay acumulación de conocimientos y luego acción; el tiempo está involucrado en ello. Ahora bien, esa acumulación no es aprender. El verdadero aprender está siempre en el presente activo, y no es el resultado de haber acumulado conocimientos; el aprender es una acción que siempre está en el presente. La mayoría estamos acostumbrados a la idea de acumular ante todo conocimientos, información, experiencia, y a actuar partiendo de ahí. Nosotros estamos diciendo algo enteramente distinto. El conocimiento está siempre en el pasado, y cuando actuamos, el pasado determina esa acción. Decimos que el aprender está en la acción misma, y que, por lo tanto, nunca hay acumulación de conocimiento.

El aprender acerca del temor está en el presente y es algo fresco. Si afronto el miedo con el conocimiento del pasado, con recuerdos y asociaciones del pasado, no me encuentro cara a cara con el miedo y, por lo tanto, no aprendo acerca de él. Puedo hacer eso únicamente si mi mente es fresca, nueva. Y ésa es nuestra dificultad porque siempre abordamos el miedo con todas las asociaciones, recuerdos, incidentes y experiencias que nos impiden mirarlo y aprender sobre él en forma nueva.
Existen muchos temores -temor a la muerte, a la oscuridad, a perder el empleo, al marido o a la esposa, temor a la inseguridad, a la soledad, a no lograr algo, a no ser amado, a no ser un éxito. ¿No son estos diversos temores la expresión de un temor básico? Entonces uno se pregunta: “¿Vamos a tratar con un temor en particular, o estamos tratando con el hecho del temor mismo?”

Deseamos comprender la naturaleza del temor, y no cómo éste se expresa en una dirección determinada. Si podemos encarar el hecho básico del temor, entonces podremos resolver o hacer algo respecto de un miedo en particular. Por lo tanto, no tomen su miedo particular para decir: “tengo que resolver esto”, sino comprendan la naturaleza y estructura del temor; entonces sabrán qué hacer con ese miedo en particular.

Vean la importancia de que la mente se halle en un estado en el cual no haya miedo alguno, porque donde hay miedo hay oscuridad, y la mente se embota; entonces busca varios escapes, estímulo mediante el entretenimiento -no importa que se entretenga en la iglesia o en el campo de fútbol o con la radio. Una mente así tiene miedo, es incapaz de ver con claridad y no sabe qué significa amar; puede que conozca el placer, pero seguramente no sabe lo que significa amar. El miedo destruye y afea la mente.

Hay temor físico y temor psicológico. Existe el miedo físico al peligro, como encontrarse con una serpiente o frente a un precipicio. Ese temor, el miedo físico de enfrentarse al peligro ¿no es inteligencia? Allí hay un precipicio; lo veo y reacciono inmediatamente, no me acerco. Bien, ¿no es ese miedo, la inteligencia que me dice: “ten cuidado, hay peligro”? Esa inteligencia se ha acumulado con el tiempo, otros han caído, o mi madre o mi amigo me han dicho: “ten cuidado con ese precipicio”. De manera que en esa expresión física del temor están el recuerdo y la inteligencia funcionando simultáneamente. Existe además el temor psicológico al miedo físico que hemos experimentado, el de haber sufrido una enfermedad que nos causó mucho dolor. Habiendo experimentado dolor, que es un fenómeno puramente físico, no deseamos que se repita, y tenemos el miedo psicológico a ese dolor aun cuando ha cesado de ser real. Bien, ¿puede ese miedo psicológico ser comprendido de manera que no vuelva a surgir en absoluto? He tenido dolor -la mayoría lo hemos sufrido- lo tuve la semana pasada o hace un año. El dolor era desesperante, y no quiero que se repita y temo que pueda volver. ¿Qué ha ocurrido? Escuchen esto cuidadosamente, por favor. Existe el recuerdo de ese dolor, y el pensamiento dice: “no dejes que se repita, ten cuidado”. Pensar acerca del pasado dolor provoca el miedo de que se repita, y el pensamiento atrae el miedo sobre sí mismo. Esa es una forma particular de miedo, o sea, el miedo a que la enfermedad se repita con su dolor.

Existen todos los diversos miedos psicológicos que se derivan del pensamiento: el miedo a lo que pueda decir el vecino miedo de no ser altamente distinguido y respetable, miedo de no acatar la moralidad social -que es inmoralidad-, miedo de perder el empleo, miedo a la soledad, miedo a la ansiedad (que es miedo en sí mismo), etcétera, siendo todo ello el producto de una vida basada en el pensamiento.

No sólo existen los temores conscientes, sino también los hondos y ocultos temores en la psiquis, en las capas más profundas de la mente. Podemos enfrentarnos a los temores conscientes, pero es mucho más difícil hacerlo con los temores secretos y profundos. ¿Cómo puede uno hacer que esos temores profundos, inconscientes, ocultos, salgan a la superficie y queden al descubierto? ¿Puede hacerlo la mente consciente? ¿Puede la mente consciente, con su pensamiento activo, descubrir lo inconsciente, lo oculto? (No estamos usando la palabra “inconsciente”" en forma técnica; únicamente en el sentido de no estar consciente o no conocer los niveles ocultos, eso es todo). ¿Puede la mente consciente, la que está entrenada con el fin de ajustarse para sobrevivir, para continuar con las cosas como están -ustedes saben lo tramposa que es esta mente consciente- puede esa mente consciente descubrir todo el contenido de lo inconsciente? No creo que pueda hacerlo. Puede que descubra una capa y la interprete de acuerdo con su condicionamiento. Pero esa interpretación misma conforme a su condicionamiento perjudicará más adelante a la mente consciente, de manera que estará aún menos capacitada para examinar por completo la subsiguiente capa.

Vemos que el mero esfuerzo consciente para examinar el contenido más profundo de la psiquis se torna en extremo difícil a menos que la mente superficial esté por completo libre de todo condicionamiento, de todo prejuicio, de todo temor -de lo contrario, ella es incapaz de ver. Uno ve que eso es extremadamente difícil y quizá totalmente imposible. Por lo tanto, uno se pregunta: ¿hay alguna otra manera que sea del todo diferente?

¿Puede la mente liberarse del temor mediante el análisis, el autoanálisis o el análisis profesional? En eso hay envuelto algo más. Cuando me analizo y me miro, capa tras capa, examino, juzgo, evalúo; digo: “esto es correcto”, “esto es incorrecto”, “esto lo conservaré”, “esto lo desecharé”. Cuando me analizo, ¿soy diferente de la cosa que analizo? Tengo que contestar a esto por mí mismo y ver la verdad al respecto. ¿Es el analizador diferente da la cosa que analiza, digamos los celos? No es diferente, él es esos celos, y trata de separarse de los celos como la entidad que dice: “Voy a observar los celos, deshacerme de ellos, o estar en contacto con ellos”. Pero los celos y el analizador son parte el uno del otro.

En el proceso del análisis está involucrado el tiempo, es decir: necesito muchos días o muchos años para analizarme. Al final de muchos años todavía tengo miedo. Por lo tanto, el análisis no es el camino. El análisis implica mucho tiempo y cuando la casa está quemándose, uno no se sienta a analizar, ni visita a un profesional para decirle: “dígame algo sobre mí mismo, por favor”. Uno tiene que actuar. El análisis es una forma de escape, de pereza e ineficiencia. (Puede estar bien que un neurótico vaya a un analista, pero aun entonces no terminará completamente con la neurosis. Pero, ésa es otra cuestión).

La solución no es el análisis del inconsciente por el consciente. La mente ha visto eso y se dice: “no analizaré más porque veo la inutilidad de hacerlo”; “no resistiré más el miedo”. ¿Se dan cuenta de lo que le ha ocurrido a la mente? Cuando ha descartado el método tradicional del análisis, la resistencia, el tiempo, ¿qué le ha sucedido entonces a la mente misma? Ella se ha vuelto extraordinariamente aguda. Por la necesidad de observarse, se ha vuelto extraordinariamente intensa, aguda, viva. La mente se pregunta si hay alguna otra manera de encarar este problema de descubrir todo su contenido: el pasado, la herencia racial, la familia, el peso de la tradición cultural y religiosa, el producto de dos mil o diez mil años. ¿Puede la mente estar libre de todo eso, puede descartarlo por completo y, por lo tanto, deshacerse de todo temor?

Tenemos pues este problema, problema que una mente aguda -la mente que ha desechado toda forma de análisis que necesariamente toma tiempo y para la cual no existe el mañana- tiene que resolver completamente y ahora. Por lo tanto no existe ideal alguno; no es cuestión de un futuro que diga: “estaré libre de ello”. De modo que la mente está ahora en un estado de completa atención. Ha dejado de escapar y ya no inventa el tiempo como una manera de resolver el problema; ha dejado de analizar o de resistir. La mente misma tiene entonces una cualidad enteramente nueva.

Los psicólogos dicen que debemos soñar o, de lo contrario, nos volveremos locos. Me pregunto: “¿por qué debo soñar de manera alguna?” ¿Hay un modo de vivir que no requiera soñar en absoluto? Porque si uno no sueña del todo entonces la mente descansa de veras. La mente ha estado activa todo el día, observando, escuchando, inquiriendo, mirando la belleza de una nube, el rostro de una persona atractiva, el agua, el movimiento de la vida, todo. Ha estado observando y observando, y cuando duerme debe tener completo descanso; de lo contrario, al despertar en la mañana siguiente está cansada y es todavía vieja.

Uno se pregunta entonces si hay alguna manera de no soñar en absoluto, de modo que durante el sueño la mente disfrute de completo descanso y llegue a dar con cualidades que no pueden aparecer durante las horas de vigilia. Es un hecho, y no una suposición, teoría, invención o esperanza, que eso es posible sólo cuando uno está completamente despierto durante el día, observando toda actividad del pensamiento, del sentir; despierto a cada motivación, a cada sugestión, a cada insinuación de lo que está muy adentro, profundamente; despierto cuando charla, cuando camina, cuando escucha a alguien, cuando observa su ambición, sus celos, cuando observa su respuesta a la “gloria de Francia”, cuando lee un libro que dice: “sus creencias religiosas son tonterías”; cuando observa para ver lo que está implicado en la creencia.

Estén completamente despiertos durante las horas de vigilia, cuando están sentados en un autobús, cuando hablan con la esposa, con los hijos, con el amigo, cuando fuman -por qué fuman-, cuando leen una novela policial -por qué leen eso-, cuando van al cine -por qué-, ¿por la excitación, por el sexo? Cuando vean un árbol bello o el movimiento de una nube en el cielo, estén completamente atentos a lo que ocurre dentro y fuera de ustedes mismos, y entonces verán que cuando duermen no sueñan, y que cuando despiertan a la mañana siguiente, la mente está fresca, intensa y viva.

viernes, 6 de julio de 2012

LA CRUZ DE MALTA COMO SÍMBOLO Y GUÍA



 La Cruz ha tenido un significado religioso a través de los tiempos en pueblos tan diferentes como fenicios y persas. Ha sido un símbolo religioso empleado desde la más remota antigüedad e inclusive antes de ser adoptada por el cristianismo era señal de reconocimiento por los iniciados.

  Ha sido usada también como instrumento de suplicio posiblemente desde el tiempo de los fenicios. Como emblema del sacrificio de Jesús el Cristo, es el símbolo del Cristianismo, y la liturgia católica traza el signo de la Cruz con la mano en la frente, pecho y hombros izquierdo y derecho.

  Simboliza la idea del hombre regenerado, del mortal que crucificado como hombre de carne, renace como inmortal (Diccionario Zaniah).

  La Cruz es un Símbolo Divino dado al hombre para guiarlo en este plano humano en su evolución espiritual.

  Así se le recuerda que debe estar consciente de no haber sido abandonado, sino que Dios Creado se encuentra pendiente y presente en él.

  La Cruz Símbolo religioso de diversas formas está compuesta por dos ejes; un eje vertical que simboliza el Poder del Padre Nuestro que está en los Cielos, descendiendo y sacrificándose atravesando los estados de conciencias humanas que están en oscuridad para darles Vida y Luz, y un eje horizontal que simboliza estos estados de conciencia humana.

  Como el distintivo de estas enseñanzas es la Cruz de Malta, es sobre el significado de está cruz que extenderemos la explicación. En el artículo anterior “Las Llamas del Corazón”, el Maestro Sain Germain nos dice: “LES HE DEJADO LA CRUZ DE MALTA”.

¿Qué significa esto?

  La Cruz de Malta consta de cuatro brazos iguales que simbolizan el balance perfecto de un trabajo concluido y al mismo tiempo es en sí misma la Guía que nos indica cómo debemos trabajar.

 
  Esta Cruz al ser colocada verticalmente siempre orientada al Cielo, a lo Superior tenemos:

Un brazo Superior.
Dos brazos laterales, izquierdo y derecho.
Un brazo inferior.
  El brazo superior orientado al cielo, simboliza la energía, el Santo Poder puro que nos baja del padre, limpio, tal como Él nos los entrega. Es su Gran Sacrificio de Amor, hacia nosotros sus hijos. Esa energía o Poder, claro, limpio, puro al entrar en nosotros que estamos en evolución, queda en espera de nuestra calificación para actuar.

  Este poder no calificado está representado en la Cruz, por el brazo izquierdo y el color azul. El color azul representa el Poder de Dios y en el hombre que está en vías de realización representa el poder de Dios que no ha sido calificado. El centro de la Cruz de Malta es el centro de la Calificación y ésta energía que nos obsequia nuestro Santo Padre que está en los Cielos, debe ser calificada con todos los atributos de Amor, inteligencia, bienestar y todo lo santamente bondadoso que se pueda imaginar, y así pasar esta energía al lado derecho que es el Amor y es representada en la Cruz por el brazo derecho y el color rosa.

  De esta forma, esta energía calificada positivamente y convertida en Poder Amoroso, construye, da vida, ilumina a su paso todo lo que contacte y ayuda a la realización del Santo Plan Divino.

  El brazo inferior de la Cruz simboliza el equilibrio que debe de haber entre los dos polos, el izquierdo que es energía no calificada y el derecho o energía calificada. Este equilibrio es la Sabiduría y está representada por el color dorado o amarillo, como gusten llamarlo.

  La Sabiduría es muy necesaria para calificar el Poder a usar en perfecto balance, pues si se califica con exceso de amor puede contribuir, sin querer, negativamente, a una realización y si se califica con poco amor, carece entonces de la suficiente fuerza para actuar.

  Carola de Goya en sus lecciones sobre los Aspectos de Dios, aclara muy bien este punto cuando habla sobre el Aspecto Amor de Dios.

  De esta manera nos ha dejado el Maestro Saint Germain una guía que nos ayude en nuestra actuación diaria, de ninguna manera nos separan de la realidad que estamos viviendo.

  Es muy importante entender que esta enseñanza no está en contra del actual modo de vida que llamamos modernismo; al contrario, nos explica cómo debemos usar nuestra energía para realizar lo que necesitamos realizar, siempre en Santo Orden Divino.

  Ahora bien, las enseñanzas dadas por los Maestros desde tiempos antiguos han estado siempre acorde al tiempo en que fueron impartidas.

  Esta enseñanza explicada a través de la comprensión de la Cruz de Malta, fue verdad, cuando el hombre utilizaba el caballo, o utilizó carretas, inventó el carro, o el avión y será verdad el día en que podamos hacer realidad la visita a otros planetas.

  Esta es una Verdad-Verdad que no cambia.

  Contra lo que han estado y estarán siempre los Santos Maestros es contra los excesos; contra la atención mal utilizada (ALLÍ DONDE ESTÁ TU ATENCIÓN ALLÍ ESTÁS TÚ) porque esta actitud lejos de contribuir a la evolución positiva, a la realización del Ser, retarda la misma.

  Por eso nuestra atención debe estar en nuestra Divina Presencia “Yo Soy”, reconociéndola en todas partes, dejándonos dirigir por su iluminación.

  Que la Luz los envuelva.

Autores consultados para este trabajo:

Zaniah y Mark, y Elizabeth Propet.

    Para recordar:

Permito que el Cristo se exprese libremente a través de mí, al pensar Santamente; hablar sabiamente y actuar Amorosamente.