viernes, 14 de junio de 2013

¿Cómo organizar bien la vida?

                                                  teniendo el tiempo en las manos
Tienes casi todas las posibilidades de ser uno de ese noventa y nueve por ciento de personas a las que una situación de la vida, generalmente dolorosa -aunque también puede ser un nuevo cumpleaños, o el Año Nuevo, o el fallecimiento de un conocido…-, le propone revisar qué está haciendo con su vida.
Es ese momento en que se le echa una vista rápida a lo que ha ido aconteciendo hasta ahora, y se emite un veredicto, que, casi siempre, es de desaprobación.
¿Qué he hecho de mi vida?
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
A veces uno se pone serio, aparenta tomar una firme decisión de lo que piensa hacer a partir de ahora, y… ya solo queda esperar que se vaya diluyendo esa euforia.
Porque eso es lo habitual: uno va a dejar de fumar, va a atender más a su madre o amigos, va a comenzar a estudiar, y –esta vez muy en serio, según se dice a sí mismo- a se va a poner ya a… cualquiera de esos propósitos continuamente aplazados.
Pero se pasan los días y no se comienza. Excepto los más valientes que lo hacen durante los primeros días, pero luego…
En la siguiente reflexión el pensamiento y la situación siguen siendo los mismos: hay que hacer, pero no se hace.
¡Qué desastre de vida tengo!, se lamentan muchos. Pero todo su esfuerzo lo gastan en el lamento.
Lo que propongo es organizar el día de tal modo que se preste un poco de atención a cada una de las facetas que intervienen en la consecución de la plenitud personal.
Y esto es muy importante porque, a estas alturas, ya sabemos que si no vamos cubriendo y satisfaciendo los diferentes aspectos que nos componen, no nos sentimos completos. No nos sentimos plenos.
Y la plenitud ha de ser la aspiración primordial de todo ser humano. (Fíjate qué belleza la definición de plenitud: Apogeo, momento álgido o culminante de algo. Totalidad, integridad o cualidad de pleno.)
A lo largo de cada día son necesarias cosas fisiológicas básicas como la respiración y las digestiones (eso lo tenemos más o menos resuelto), la comida y la bebida (eso lo llevamos más o menos bien. Y escribo “más o menos” porque seguimos comiendo o bebiendo cosas que sabemos que no son del todo adecuadas para nuestra salud física y que, además, nos hacen sentirnos mal con nosotros mismos por seguir reincidiendo en ello); no tenemos problema en resolver los asuntos escatológicos, descansar y dormir.
Hasta aquí bien.
Pero todo eso no nos da una satisfacción plena, una sensación global que nos aporte una sonrisa de complacencia, algo que nos transmita la sensación de que tenemos todo hecho y más o menos bien.
Son necesarias también las satisfacciones que nos proporcionan el saber que somos buenas personas, que no hacemos mal conscientemente, que tenemos bien atendida nuestra vida familiar y social, que somos reconocidos y valorados por los otros, etc.
Por tanto, sería conveniente estructurar el día de modo que pudiésemos dedicar un tiempo a:
SER CONSCIENTES DE NUESTRO TRABAJO O TAREA
Si somos afortunados y nos sentimos a gusto en ello, valorarlo, apreciarlo, convertirlo en una fuente de agrados. Si no estamos a gusto, tratar de encontrar los aspectos positivos, o ponerse a la difícil –pero no imposible- tarea de cambiar el trabajo. Y hacerlo con mucha dedicación y convicción.
ATENDER A LA FAMILIA
La buena relación con la familia es proveedora de grandísimas satisfacciones. Y la familia no dura eternamente, así que es conveniente aprovechar su contacto todo lo que se pueda, de modo que nos aporte alegrías, ahora, y, al mismo tiempo, nos permita tener la conciencia tranquila el día que nos falten. Y a quienes no tengan una buena relación y esté en sus manos tenerla, que lo hagan ya sin más dilación. Y a quienes se les escape de sus posibilidades tenerla bien, que no se martiricen: si ya depende de los otros, poco o nada más puede hacer. Es un asunto de los otros. A veces los otros tienen que aprender algo y para que ellos aprendan nosotros nos tenemos que sacrificar. Esto último úsalo solamente si lo sientes así de un modo irrefutable, no lo uses como excusa.
UN POCO DE OCIO O PLACER.
Y que nadie lo llame egoísmo. Que nadie lo califique como “perder el tiempo”. Esto no es un valle de lágrimas, ni se ha venido aquí a padecer como padeció Jesucristo, como decían antes los curas. El Creador nos ha dotado de la capacidad de sentir placer exclusivamente para nuestro deleite, y no es una continua tentación del Diablo que debamos evitar.
DISFRUTAR EL MOMENTO DE LAS COMIDAS.
Es una delicia que le podemos encontrar al hecho de tener que comer, y al que no se le presta la suficiente atención. Ya que hay que hacerlo, mejor hacerlo bien.
DISFRUTAR DE LOS CINCO SENTIDOS
Tengo el convencimiento de que el Creador nos ha dotado de ellos con el exclusivo sentido del placer. Para que podamos degustar, ver, oír, oler, y tocar o acariciar. Ya que los tenemos –y son un milagro, no lo dudes-, ¿Por qué no disfrutarlos más a menudo?, ¿Por qué no escuchar más a menudo la música que nos gusta o la voz de nuestros seres amados?, ¿Por qué no pararse, por lo menos un momento, a oler las cosas?, ¿Por qué no sentir el escalofrío inenarrable de un amanecer o una puesta de sol?, ¿Por qué no mirar los detalles casi imperceptibles, aquellos en los que nunca nos fijamos?, ¿Por qué no tocar más, por qué no sentir más de ese modo a nuestros seres queridos?, ¿Por qué no acariciar al necesitado?
RELAJACIÓN FÍSICA Y MENTAL
Parece ser que somos también espíritu, pero lo que sí es seguro es que estamos instalados en un cuerpo físico que necesita descanso, y que nuestra mente necesita relajarse de los pensamientos que la bombardean –que, en muchas ocasiones, son excesivos, reiterativos y pesimistas-, así que un momento de descanso físico y mental -cada uno en el modo que sabe que mejor le va-, es una buena inversión en sanidad general.
MEDITACIÓN O REFLEXIÓN SOBRE LA VIDA EN GENERAL Y SOBRE LA VIDA PROPIA
Pensar en la vida como concepto general nos permite aplicar bastante de lo que vayamos descubriendo a nuestra vida personal. Pero la vida como concepto general no nos debe distraer de lo realmente importante, que es nuestra vida personal. ¿Qué es vivir? Esta es una buena pregunta para encauzar la siguiente: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?, que nos llevaría de la mano a otra: ¿Qué quiero hacer con mi vida?, que sería el preámbulo para una tercera, más precisa: ¿Y qué es lo que REALMENTE quiero hacer con mi vida?, pregunta que nos lleva a otra en la que podemos descubrir si nos estamos poniendo zancadillas: ¿Merezco otra vida mejor?, que si tiene una respuesta negativa nos lleva a la casilla de salida, para revisar nuestra Autoestima, y si es positiva nos propondrá otra: ¿Qué estoy dispuesto a hacer por mí?, y tras las oportunas y necesarias repuestas, otra: ¿Cuándo voy a empezar? Y a esta pregunta sólo debemos aceptar una respuesta: AHORA MISMO.
PLANES, IDEAS, SUEÑOS Y PROYECTOS
No es bueno dejar al azar las cosas relacionadas con nuestra vida. Es cierto que, a veces, suceden pequeños e inesperados milagros –que casi siempre son el resultado de algo en lo que ya trabajamos hace tiempo-. Para que se cumpla un sueño es preciso el paso previo de soñarlo. Los planes son las líneas que forman el camino por el que nos hemos de mover, y sin ellos podemos ir dando tumbos y perdiendo el tiempo en rodeos o espirales inútiles. Las ideas son la fuente de inspiración que nos dan pistas de por dónde queremos ir y qué queremos hacer. Por eso digo que no es bueno dejar la vida en manos de eso a lo que nos resulta tan cómodo llamar destino (porque llamamos “destino” a lo que es el resultado de las cosas que hicimos, pero también de las que omitimos hacer)
ESPIRITUALIDAD
No hay que olvidar –incluso los escépticos y los ateos- que el Ser Humano lleva en sus ingredientes una parte que es más que lo cotidiano y lo terrenal. Que aunque no lo quiera reconocer y lo evite, aunque lo ponga en continua duda, siente algo dentro de sí que es más elevado que lo demás. Algo que tal vez ni siquiera sepa definir, algo que tampoco se expresa de un modo contundente, pero algo que se manifiesta con más o menos asiduidad y, cuando se presenta, no se puede negar.
DEDICAR ALGO AL SERVICIO AL PRÓJIMO
Ayudar a los otros, en la medida que nos sea posible, aporta una satisfacción que no es para el ego, sino para que el alma tenga la oportunidad de confraternizar con otras almas.
Esto sería UN DÍA IDEAL de UNA VIDA IDEAL, pero esto es poco menos que imposible, así que habrá que asumir desde el principio la dificultad –que no la imposibilidad- para lograrlo, y habrá que encontrar soluciones alternativas que nos ayuden, como levantarse antes, acostarse más tarde, aprovechar los tiempos muertos –mientras se está en el WC, los trayectos de viaje, los tiempos de espera…-, los primeros minutos del día mientras se termina uno de despertar, o los fines de semana.
Porque solo la satisfacción completa -o casi completa- de todos estos apartados nos hacen contactar con la sensación de que somos Seres Plenos; nos hacen sentirnos orgullosos de nosotros mismos, con la sutil sensación de que aportamos algo a quienes nos rodean y al mundo.
La carencia de alguno de los componentes nos deja una seriedad o una tristeza que no se consuela con el exceso de cualquiera de los otros componentes.
Y pretender compensar una carencia con un exceso de otro componente es un trueque injusto que nunca deja realmente satisfecho.
Somos un conjunto de cosas dispares, todas importantes, y conviene prestar atención y satisfacerlas para alcanzar la plenitud.
Te dejo con tus reflexiones…

No hay comentarios:

Publicar un comentario