…sin comprender que no es el cambio formal lo que hay que buscar sino el perfeccionamiento espiritual.
Hay una inmensa diferencia entre ser y parecer. Quien prefiere parecer lo que no es, en lugar de ser lo que es, padece una neurosis social. Te contaré una fábula en la que, bajo su aspecto surrealista, puedes encontrar un mensaje muy útil:
En ese lugar había un cerro de cubos y un cerro de esferas. En la cima del primero, un cubo se lamentaba: “Sólo soy un cubo entre otros cubos. ¡De qué vale mi vida si soy igual a todos!” Por el contrario, en la cima del otro cerro, una esfera se decía: “No soy aún lo suficientemente esférica. Debo mejorar mis curvas. Tengo que llegar a la perfección”. El cubo la oyó. “¡Estúpida bola, no sólo te conformas con tu suerte, sino que quieres eliminar lo que te distingue, para ser igual a todas! ¡No seguiré tu ejemplo! ¡Quiero cambiar! ¡Voy a convertirme en vaca!”… Haciendo esfuerzos titánicos, con dolor inmenso, transformó dos de sus esquinas en cuernos, otra en cola, y castigando su materia se creó patas, cabeza, ubre y se hizo vaca. Corrió por el prado mugiendo con éxtasis: “¡Muu, he triunfado! ¡Ya no soy un cubo más entre otros cubos!”. La esfera le respondió: “¡Ahora eres una vaca más entre otras vacas!”. La rumiante hizo una mueca despreciativa y empujó a la bola lejos de ahí, para integrarse al rebaño. No tardó en venir un carnicero que eligió al nuevo cuadrúpedo. La esfera le gritó: “¡Mientras perdías tu tiempo cambiando de forma, yo me hice más curva, rebotando cada vez con mayor facilidad hasta que no caí porque había aprendido a flotar, y ahora, mientras a ti te llevan al matadero, yo me elevo!”… Efectivamente, el carnicero le ató las patas, seccionó la yugular y, después de vaciarla de su sangre, le abrió el vientre en canal para extraerle las vísceras. Mientras su carne, convertida en trozos rojos, era expuesta en la vitrina de un mercado, la bolita jugaba con los astros del cielo, como un brillante y diminuto planeta, dispuesta a crecer y engendrar vida.
Mucha gente cree que progresa porque cambia su aspecto exterior y su nivel económico, sin comprender que no es el cambio formal lo que hay que buscar sino el perfeccionamiento espiritual.
Alejandro Jodorowsky.
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