domingo, 10 de agosto de 2014

CUENTO DE LAS HERIDAS DE LA TIERRA

Tenemos un joven, que está caminando por fuera de una cueva, y esta  cueva representa una herida, una herida en el planeta Tierra. Esta herida está sangrante, se ve la lava correr por debajo de esta herida.

Y el joven pasa por delante de esta herida del planeta visible en el interior de la cueva, y siente un gran impulso interno, una necesidad imperiosa de hacer algo, de realizar alguna tarea. No sabe exactamente qué es, pero siente que tiene que hacer algo. Así que va a esta cueva donde se encuentra está herida del planeta. Y se le confirma, al entrar, que tiene que hacer algo.
Así que empieza a concentrar su energía, así como cuando creamos nuestra esfera azul, y le da forma de un tabique. Y pone todo su empeño, todo su corazón, y toda su energía, y todo su amor para hacer este tabique. Y lo pone allí en donde está esa herida del planeta Tierra, cumpliendo con esa necesidad interna que sentía en aquel momento de hacer algo.
Y el joven nunca se preguntó, ni le importo cuán grande es la herida del planeta, ni en cuanto tiempo le iba a llevar realizar esa tarea. Tan sólo dijo “no me puedo quedar con las manos cruzadas, tengo que hacer algo”. Internamente, ese era el llamado que sentía en su interior. Así que salía otra vez de la cueva.
Y cada día que pasaba, él sentía que tenía que hacer algo, así que cada día concentraba su energía, le daba forma de tabique, iba y lo ponía, y cada día lo ponía y lo ponía….
Y todas las personas que pasaban por allí, por ese camino, se le quedaban mirando. Muchos lo hacían de una forma extraña. Y alguno que otro, pasando mucho tiempo, se encontraba con alguna persona curiosa que le decía, “pero, ¿qué estás haciendo tú allí?”. Y él ya le contaba cuál era su plan, cosa que le llamaba mucho la atención a esta otra persona curiosa. Y ella le contestaba “bueno, te voy a acompañar”.
Entonces resulta que, un día, este joven va con otra persona, con un invitado, a poner su tabique. Le enseña cómo se hace la preparación de la energía y detalles… Darle el molde a la energía en forma de tabique. Y a partir de ese día van las dos personas y ponen un tabique en esa herida del planeta Tierra, y así van pasando los días…
Y a veces iban más personas curiosas, como esta que fue en aquella ocasión, pero resulta que tras estar poniendo el tabique durante un tiempo, se les quita la curiosidad, y ya nunca más regresan, no se les vuelve a ver por allí.
Otras veces, algunos ponían su tabique junto con el joven y se olvidaban. Solamente habían ido por curiosidad… pero ya habían dejado allí su impronta energética. Fueran muchos o pocos al joven no le importaba, cada día él iba, hacía su tabique  y lo ponía, con o sin acompañantes.
Paso más tiempo, hasta que un día, tuvo mucha suerte. Fue un golpe de suerte, pues al salir de la cueva, cuando preparaba su nuevo tabique, se encontró con una chica. Era una joven a la que le explicó cuál era su objetivo, como siempre había hecho con todas las personas, de forma muy paciente y sin cansarse. Porque él sabía cuál era su objetivo, pero no sabía qué tiempo le iba a llevar, aunque nunca se rendía. Nunca se rendía, y cada día iba y ponía su tabique.
Esta joven le comprendió perfectamente en lo que estaba haciendo, y le dijo “wow, que padre, pues yo también lo voy a hacer”.
Desde entonces ya teníamos a una pareja que, cada día, iban y ponían su tabique, iban y ponían su tabique. Sin cansarse…
Pasó más tiempo, e igual seguían yendo y viniendo personas curiosas, o incluso personas que intentaban estropearles el trabajo, escupiéndoles, maltratándolos, aventándoles piedras o diciéndoles “saben qué, ¡ustedes están bien locos!” y pasaban de largo.
Pero a ellos no les importaba. Cuando veían que en su lugar había manifestaciones de inconformidad, las hacían a un lado y volvían a hacer su tabique, y lo volvían aponer cada día, cada día…
Hasta que un día se encontraron, afuera de la cueva, a otra pareja que iba pasando por allí. Ellos comprendieron perfectamente su plan, su objetivo y se unieron a esta pareja inicial. Y cada día iban a poner su tabique de energía, cada día…
Y pasó más tiempo y así se hizo un pequeño grupo. Unas cuantas personas, elementos atlantes, que no podían ignorar esa necesidad interna, y cada día iban y ponían su tabique…
Resulta que paso mucho más tiempo, pero ya había un puñado de elementos, que con el tiempo fueron llenando ese hueco, esa herida del planeta, esa cueva.
Hasta que un día pusieron el último tabique, y ese día fue el día en que se sano completamente esa herida de la Tierra.
Y si viéramos la cueva desde fuera, veríamos que cada tabique colocado es de un color diferente, representando la diversidad de las personas que, aun cuando fuéramos tan distintos, fuimos colocando nuestro tabique.
heridas tierra 2 pant
El muro de colores representa la diversidad, que cada día se había unificado para conseguir la sanación de esta área del planeta Tierra.
Y había patrones de todos los colores que predominaban. Y el joven sabía exactamente cuál era su patrón, pero solamente él lo sabía. Y así también los otros hermanos que habían colaborado con él. Pero sabían que no tenían por qué andar diciendo “hey, este es mi color”. Tan solo en humildad y silencio, cada cual se sentía feliz, porque sabía que ese patrón de color que había predominante era el suyo.
Y había unos colores que predominaban más que otros, pero también había unas zonas, unas piezas que eran de un único color. Y que nada más se veían en ese punto, fundamental para sostener un pilar, lo que representa también que todos somos importantes, sin importar la cantidad de ladrillos que hayamos colocado, aunque haya hermanos que un día están aquí  y que al otro ya no, pero nos han dejado su ladrillito.
Y habrá otros hermanos que tengamos un color más predominante en esta cueva pero, igualmente, no hay por qué sentirse superiores, para nada. Todos somos iguales, tanto el que ha puesto un pequeño ladrillo para que se sostuviera un pilar, como aquellos que han colocado una gran cantidad de ladrillos energéticos.
Pues resulta que se terminó por fin de colocar el último ladrillo, con una diversidad de colores increíble. Y ese día se sanó esa herida.
Y entonces el pequeño puñado de hermanos que había conseguido sanar el planeta, empezó a colocar allí sus casas, y empezó a colocar sus granjas, sus alimentos.
Y resulta que en ese lugar era el único sitio en donde se respiraba aire limpio, había alimentos, tenían cobijo, casas, nunca les falto nada y todo siempre lo tenían. Así que allí se empezó a construir la primer sociedad armónica de este hermoso planeta Tierra.
Entonces resulta que la noticia se empezó a expandir por las zonas aledañas. Y un día pasaba otra persona por allí, otro curioso que fue y les preguntó “¿oigan, pero cómo lo habéis hecho para construir esto?, ¿cómo es que se les ocurrió?, ¿cómo consiguieron sanar una herida tan grande del planeta Tierra?”. Porque era una cueva enorme, enorme… que era de pensarse que llevaría años, o que sería imposible que una sola persona pudiera haber hecho algo para sanar esa herida. Las personas de fuera no podían entender, comprender, cómo fue que un pequeño puñado de personas había conseguido algo tan grande como sanar el planeta Tierra.
Y le fue contada la historia, y aquella persona que pasaba por allí, se quedó impresionada. Así que después fue y conto la historia a otro.
Y apenas sin darnos cuenta del otro lado del planeta Tierra, en otra herida del mismo, otro pequeño puñado de personas, de elementos atlantes, de hermanos que se conglomeraron para poder conseguir esa unidad, empezaron a construir entre todos, imitando al primer grupo que ya lo había conseguido, la sanación hacia el planeta Tierra, igual que se juntó este pequeño puñado y empezaron a sanarla.
Y sin apenas darnos cuanta ya había otro grupo que lo había conseguido, otro pequeño puñado de elementos.
Y así se empezó a esparcir la noticia por todo el mundo, hasta que, pasado un tiempo más o menos considerable, se veía que había varios núcleos, donde el planeta Tierra estaba perfectamente bien sanado.
Y las sociedades armónicas estaban en auge.

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