lunes, 11 de febrero de 2013

DIA DEL AMOR



Rubén Cedeño
(Tomado de Amor-Cartas Metafisicas)
Caracas 14 de Febrero de 1986
El día 14 de febrero ha sido calificado como “El Día de los Enamorados”, pero esto
es discriminativo porque algunas personas suponen, que quien no está con una pareja
no lo puede celebrar. Existe gente que no está enamorada de una pareja, pero está
enamorada de la vida, la literatura, el agua, la pintura, el fuego, la ciudad, los Maestros
Ascendidos, la Madre Divina, o simplemente de Dios; y también tiene derecho a
celebrar el “Día de los Enamorados”. Por eso en vez de generar esta festividad como
 el “Día de los enamorados”, en la Metafísica lo hemos calificado como “Día del Amor”
y así, poderlo celebrar todos. Uno puede estar enamorado de sus cubiertos, sus
óperas, sus estudiantes, la metafísica, su facilitador su televisor, la ropa que se pone,
del Sagrado Libro del Yo Soy y celebrar con todos ellos, “El Día del Amor”.
El 14 de febrero es un día propicio para comunicarnos con todo el mundo y decirle:
¡Te quiero! Nada más que eso, y ya estás logrando lo más grande que se puede
 hacer, además de dar regalos de amor, cosas lindas capaces de alegrar la vida del
que las recibe.
Estar enamorado de algo no es estar apegado a ello. Uno puede “amar sin apego”, y
en el momento que nos toque renunciar, hacerlo sin ninguna clase de sufrimiento, esto
es “amor inteligente”, es el que practicamos en Metafísica para que la gente sea feliz,
porque cuando uno se apega a algo y lo cree eterno sufre mucho.
Esos amores desmedidos sin conciencia y lógica, conducen a grandes tragedias, y
 muchas veces, hasta la muerte. De todas maneras, se ha muerto tanta gente por amor
que no debe ser tan malo. Cuando en la ópera vemos muertes por amor –como
Mario y Tosca, Othello y Desdémona, Manón y Des Grieux-, uno se emociona y se
le salen las lágrimas. Toda esta pasión, aunque sea emocionante, no es más bonita
que el “Amor Divino” que conduce a la felicidad y al cielo –como, por ejemplo
Margarita y Fausto, Isabel de Valois y Don Carlos, Adina y Nemorino.
El verdadero Amor está contenido en el Fuego Friccional de la Llama Rosa y es el
que nos mueve a la acción y a la cohesión desde un átomo hasta la más gigantesca
galaxia. Este fuego ardiendo en nuestro cuerpo es el que nos mueve al amor humano,
 que no es malo. Fíjense cuántas historias de amor se han escrito, incluso por
Maestros Ascendidos, como lo fue Romeo y Julieta, escrito por el propio Maestro
 Saint Germain cuando fue Francis Bacon y firmaba “Shakespeare”.
El verdadero amor se expresa por medio del cumplimiento de la Tercera Ley Cósmica,
que es la de Economía, y dice que “todo le hace falta a todo”. Por ejemplo, si tu
tienes hambre es porque existen restaurantes donde puedes comer; y hay restaurantes
porque hay comida para llevarla allí; y existe comida porque hay sembradíos que la
producen, y los sembradíos existen porque el Sol los alimenta: y el Sol está allí porque
Dios lo sostiene. ¿Ves qué sencillo es todo esto?
El Amor Divino es el aspecto Espíritu Santo dentro de la Santísima Trinidad. Por
eso, quien peca contra el Espíritu Santo no tiene perdón, porque peca contra el Amor.
La máxima expresión de Amor está en tu pecho, dentro de tu corazón, en la Llama
Rosa que se encuentra del lado izquierdo de tu corazón. Desde allí puedes proyectar
 tu Llama Rosa expandiéndosela a todo el que tu quieras, sea hombre o mujer; perro,
 gato o chivo; piedras, soles o simplemente a Dios.
La Madre Divina es todo el Amor Divino del Cósmos en una sola persona, y ella se
ha expresado a través de la Virgen María, Kwan-Yin, Sengen Sama, Tara, la
Coromoto, Lujan, Caacupé, Tonantzin y de todas las Madres Divinas sean conocidas
 o no. Por eso uno ama tanto a sus virgencitas. Tengo una estatua de la Coromoto
 y la veo tan preciosa que hablo con ella, y le digo: “¡Qué bella eres!”, y sé pone
 contentísima, porque Ella es amor y del mejor, porque es sincero del alma, Amor de
 Verdad.
No sé cómo explicarles el Amor a Dios, pero si les puedo decir que es el más grande
 de todos. Amando a Dios se ama todo, desde las amebas de un tanque hasta los más
 complejos organismos cósmicos. Amamos a Dios cuando comprando en el mercado,
escuchamos Opera, nos comemos un pan, nos tomamos un refresco, escuchamos
 a David Bisbal o a Renee Fleming. A Dios lo podemos amar todos los días en cualquier
 lugar, y no importa la situación o lo que estemos haciendo.
Quiero terminar con las palabras del ser que más ha amado a la humanidad, y es el
Amado Jesús: “Amaos los unos a los otros”. El no dijo quién con quién, sino que se
amaran los unos a los otros. Los quiero mucho.

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