“Los médicos también se enferman” dicen por ahí… con frecuencia escucho comentarios acerca de los seres perfectos e inmaculados que debemos ser los coaches, profesores de yoga o cualquier otra disciplina que fomente el crecimiento personal o la espiritualidad, creo oportuno contarles que aunque llevemos un mes o un montón de años formándonos en estos temas y trabajándonos interiormente, seguimos siendo seres humanos, es decir, nos equivocamos, tenemos relaciones de pareja fallidas, no siempre gestionamos nuestras emociones de la mejor manera, algunas veces estamos tristes otras de mal genio, y no somos tan ecuánimes ni balanceados como quisiéramos.
Quizás una de nuestras ventajas es tener mas despierto el “testigo u observador” interno, sin embargo, esto no nos libra de cometer errores, nos ayuda mas bien a asumir la responsabilidad por lo que hemos hecho o dicho.
Un buen guía ha de haber recorrido varios caminos, debió perderse, tropezarse, caerse y levantarse para tener herramientas suficientes para acompañar a otros en su camino. Uno de los lideres espirituales mas reconocidos en el mundo, Wayne Dyer (autor de Tus zonas erróneas y otros tantos best sellers) tuvo problemas de alcoholismo, y siendo ya un escritor y conferencista reconocido uno de sus hijos tuvo adicción a las drogas. Haciendo un juicio ligero uno creería que tanta espiritualidad y sabiduría solo es una “pantalla” para ser reconocido, ¿cómo podía el hablar de amor, familia, compasión, etc. cuando había ”permitido” que uno de sus hijos cayera en una adicción?. Que injusta esa interpretación, tanto Dyer como todos vivimos una experiencia 100% humana, constantemente se nos presentan aprendizajes fundamentales para nuestro crecimiento personal y para elevar nuestro nivel de consciencia.
Si, es importante dar ejemplo y actuar consecuentemente con lo que se piensa, siente y se dice, lejos del “deber ser” y cerca del “dejar ser”.
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