jueves, 7 de febrero de 2013

Metafísica del Carnaval

                                           
Por Conny Méndez de su revista «El Nuevo Pensamiento».

Reseña histórica.

El Carnaval tuvo su origen en fiestas milenarias de carácter pagano, como el culto al Buey Apis en Egipto, a Baco en Grecia, en las Lupercales y Saturnales romanas y las que tenían lugar durante la recolección del Muérdago en Galia. En dichas fiestas, los sacerdotes y las congregaciones sacerdotales portaban máscaras correspondientes a su deidad, que generalmente eran figuras humanas con cabeza de animales diferentes.

Estas celebraciones se hacían en medio de alegres bailes que llegaban al desenfreno. Tales fiestas casi desaparecieron a raíz de la cristianización de esas naciones, para reaparecer en la Edad Media antes de la Reforma, especialmente en Italia, aunque con carácter menos licencioso, pero aún muy popular y desordenado, precedido por la personificación de Momo, dios de la burla y el sarcasmo, cuyo cetro de bufón era símbolo de la locura; luego se canaliza ese desbordamiento de instintos hacia la expresión artística hasta culminar en los famosos carnavales de Venecia, Roma, Florencia, Turín, Río de Janeiro, etc.


Es instinto humano sacar a relucir algo que cause admiración en otros, pero a la vez mantenerlo exclusivo. En el modelo original de alta costura, por ejemplo, el empeño del diseñador, es que no le copien su creación, sin embargo no puede lograrlo porque el objeto es hacerlo famoso. El otro instinto, el de imitación, pone a todo el mundo a copiar o a codiciar. El modelo, el artículo o lo que sea, comienza a circular; se "populariza" porque llega al populacho, y finalmente se "vulgariza" porque cunde en el vulgo. Lo que así desmerita, porque ya lo vende hasta el buhonero, se hace repugnante y se desprecia.

En la antigüedad pagana, no había pueblo que no poseyera una imagen de su Divinidad. Egipto con su buey, su gato, su chacal, es un ejemplo burdo. Grecia encarnó a las altas virtudes en seres humanos, y todos acostumbraban ritos, ceremonias y procesiones para divulgar el culto.

La imagen era paseada en procesión por las calles, el pueblo le lanzaba flores y los sacerdotes quemaban incienso y salpicaban a la muchedumbre con agua perfumada y magnetizada, o sea, bendita; y de allí se desprendió el carnaval tradicional, el disfraz, la máscara, el papelillo… y finalmente el agua.

Los metafísicos sabemos que todo pensamiento, todo sentimiento lanza al aire su vibración particular; que esto se acumula, se adhiere, por atracción, a otros de su propia frecuencia, formando grandes masas de energía magnética; y que, por la misma ley de atracción, se anexa a todo aquel que esté propenso a idéntica emoción, llegando a. aumentarlo hasta el frenesí, el desenfreno, la violencia, etc. Esta es la verdad de que los sicólogos llaman el delirio colectivo.

El agua es símbolo de emoción; y es completamente natural que el populacho, inculto y carente de otros medios de expresión, recurra a lo similar en su propio estado de ánimo, lo cual, al mismo tiempo actúa como compensador, ya que enfría o apaga la fogosidad que pudiera traducirse en actos irremediables. He aquí la contestación a la pregunta que se hizo en los afiches: "¿Por qué Carnaval con Agua?" El populacho no sabe contestarla, ni tampoco algunos de los que la preguntan.

Total, que el rito delicado, ideal, ofrenda de adoración a una imagen amada; el culto reverente y representativo de la más excelsa emoción o del arte exquisito, al lanzarse a la calle, al popularizarse, al vulgarizarse, se convierte en repugnante, sin virtud ni valor alguno… despreciable.

Después de todo exceso viene la reacción, el arrepentimiento y el propósito de enmienda simbolizados por la ceniza que coloca el oficiante en la sede del pensamiento: la región frontal. La reacción ocurre muy apropiadamente, en la sobriedad del día Miércoles. El Miércoles es el centro de la semana. Representa el balance, el equilibrio. No es tristeza. Es aplomo. Sigue siendo Mercurio, pero en reposo. No es otra cosa que la Ley del Ritmo exteriorizada.

Cada vez que la Tierra da una vuelta, nace otro día. Un día nuevo que trae el resultado de lecciones aprendidas el día anterior. En todo se aprende y se evoluciona. En el Carnaval se aprende el precio de la violencia y el exceso. "¿Por qué Carnaval con Agua?" Así hace meditar a los intranquilos, a los ignorantes, a los niños en el espíritu.

Toda basura, todo desperdicio y podredumbre se debe quemar. La ceniza que el oficiante coloca en la frente de una persona, que se supone ser ya reflexiva, representa precisamente ese gesto que hacemos todos cuando tiramos al cesto lo que ya no nos sirve. Aquello va a parar al crematorio de basuras.

El Carnaval, ese carnaval en que el ser humano ansía transformarse en otro ser diferente a él mismo, o sea disfrazarse; ocultar su rostro detrás de otro rostro para así desdoblarse y actuar libremente (la máscara); y ese otro en que simplemente se cargan de adornos y mojigangas festivas las personas ingenuas e inocentes, son representativos de frustración, el primero; y niñerías, el segundo. Los niños deliran por ponerse los trajes de mamá y papá y "jugar de Gente Grande".

Por eso es que la verdadera "Gente Grande", pierde el gusto por el carnaval, la farsa, el disfraz y la máscara.

Los Apóstoles del Maestro Jesús, conocían muy bien el efecto de las vibraciones, sobre todo el de la radiación. No es lo mismo. La radiación es la influencia que ejerce la altísima vibración de la luz sobre la masa de obscuridad. La idea irradia luz. La idea del descarte de todo lo inservible, de lo que nos atrasa y estanca, es el impulso de progreso. La molestia induce a buscar el acomodo, y por lo tanto esa es su parte positiva. La vista de la ceniza, la ceniza misma, cumple ese propósito. Por eso te dije que no es triste sino que es el aplomo de Mercurio en reposo. Siempre en Miércoles, llamado "de ceniza", se siente una serenidad llena de promesa. Por más que intenten entristecerlo los que ignoran la Metafísica, no hay tristeza en el ambiente durante la Cuaresma, ni en la "Semana Santa" ni en el Miércoles de Ceniza.

CARACAS, Febrero de 1970.

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