Para que la mujer pueda acceder a la energía de su corazón, debe primero sanar su vientre, curar la herida ancestral de lo femenino. En prácticamente toda mujer encarnada hoy en la Tierra existe esa herida. Es la herida formada por todo el dolor acumulado en el inconsciente colectivo de la humanidad, por los miles de años de represión y utilización de lo femenino.
Tenemos que empezar por sanar nuestro vientre, para que la Diosa se pueda manifestar. Y hoy en día, el vientre de las mujeres se encuentra impregnado a nivel celular de la herida de siglos de dominio y deshonra de la Diosa… Nuestras relaciones sexuales no han hecho, ni hacen, más que agravar dicha herida… Tenemos que empezar a pensar, que cualquiera que no nos trate con reverencia y respeto, no tiene derecho a entrar en nosotras.
La sanación de la mujer, y esa toma de su verdadero poder, ayudarán también al hombre a curarse, porque va a deshacer toda la energía atrapada a través de historias de cientos y cientos de encarnaciones, que lo que hacen es crear más dolor e inseguridad en la Tierra.
El útero, es como un refugio… un nido… un centro de Energía y de Poder… centro de vida, de supervivencia, el lugar de creación y de expansión… Un mandala de Vida… El útero, esta conectado con el Útero de la Tierra… donde se gesta toda la Vida que existe en este Planeta… y late, al compas de los vientres femeninos, en una danza creativa y cocreadora. Allí, reside el Poder de la Energía Femenina… un poder ancestral y místico
De unas décadas al presente el papel de la mujer ha cambiado, hay una gran integración en los más diversos roles de la vida. Antaño la mujer ese contentaba con un rol como madre, esposa, en muchos casos sumisa y caminando de puntitas detrás de su compañero. Actualmente hay más entendimiento, mayor espiritualidad, descubriendo que no era necesario competir con nadie y que el hombre y la mujer tienen misiones y acciones que son complementarias innegables. Hay un resurgir de lo femenino, es decir el Aspecto Femenino de Dios en cada uno de los seres humanos. Porque aquí si es necesario decir que más allá del genero todos tenemos el yin y yang en nuestro interior.
Cuando la mujer comienza a integrar en la vida cotidiana la espiritualidad natural, lo que aparece es maravilloso porque su corazón se abre y la magia aparece, entonces la mujer se vuelve una con la Gran Naturaleza, con la Pachamama. Hablamos cariñosamente del retorno de la Diosa para explicar a un ser con poder constructivo y sensible con una enorme capacidad de renovación.
Hay hombres narcisistas, destructivos y egocéntricos que buscan su propia gratificación y desde su inconsciencia e ignorancia usan a la mujer para eyacular, como un medio de liberar su energía, sus frustraciones e incluso sus impulsos agresivos; hay mujeres que se exponen por ingenuidad e inconsciencia, porque desconocen el precio de echar un polvo con hombres que únicamente las están utilizando. Muchos encuentros sexuales se viven a la ligera cuando en el fondo hay explotación, sometimiento, menosprecio, rivalidad, desvalorización, maltrato. Igual que a nadie le extraña que la mujer cuando es violada o abusada presente secuelas y traumas que necesitan ser sanados, el sexo, aunque sea consentido, cuando se realiza bajo estos condicionantes tiene los efectos que estoy describiendo.
Hay mujeres que no saben poner límites, que no se cuidan, que no son conscientes de aquello que les hace daño, especialmente las jóvenes. El dejarse penetrar indiscriminadamente consume su energía vital y menoscaba su poder y su fuerza creadora. La matriz es un centro de percepción y toma de decisiones; el hara es el centro energético y sede de la vitalidad, del bienestar y el ánimo, cuna de nuestro instinto y fuerza vital, lugar sagrado con el que necesitamos reconectar y ser plenamente conscientes de su extraordinaria fuerza generadora de vida.
Cuando una mujer tiene relaciones sexuales con hombres egoístas que no la aman está acentuando la herida sobre lo femenino. La mujer que da sexo a cambio de amor paga un precio: suele enamorarse al practicar sexo porque su naturaleza es amar en las relaciones sexuales, se abre para recibir y después se siente vinculada. He visto en consulta a muchas mujeres con heridas sexuales y diferentes síntomas físicos y psicológicos (depresión, inseguridad, desvalorización, ansiedad, culpa) que han estado en relación con hombres narcisistas, ausentes en las relaciones sexuales, perdidos en sus fantasías de auto satisfacción.
La propia mujer se daña cuando actúa desde un patrón masculino, con una sexualidad superficial desligada del corazón, al permitir que el hombre la use para descargar y aliviar su tensión sexual, en un acto sexual que es una forma de masturbación. Ahora bien, aquello que no es bueno para ella tampoco puede serlo para él, tengamos en cuenta que ese mismo trato poco considerado él lo tiene consigo mismo, aunque no sea consciente también está agrediendo a su ánima, su parte femenina.
La pelvis es un contenedor de energías físicas, emocionales y espirituales. Es la zona de la creatividad, expresividad, sensualidad. La matriz es depositaria de la historia sexual, tanto de las buenas experiencias eróticas como las traumáticas. La pelvis refleja la sexualidad, la capacidad para enraizarnos y encontrar nuestro lugar en el mundo. Disfrutar de una pelvis sana posibilita a la mujer gozar de una buena sexualidad y vivir de forma natural sus ciclos femeninos. Cuando la mujer se libera de la coraza de su pelvis la energía fluye y la creatividad se libera, recupera la fuerza y el poder de su hara y empieza a integrar el arquetipo de la mujer salvaje.
La mujer también agrede a su útero cuando rechaza los ciclos sagrados femeninos y cree que la regla es algo molesto que la limita y dificulta su ritmo para actuar en un plano de igualdad con el hombre. Una mujer ha de respetarse a sí misma, confiar en ella, discernir entre lo que le hace bien y lo que le hace mal y actuar en base a ello. Es necesario reconocer el valor y sentido de los ciclos femeninos y sanar el dolor, el miedo y los resentimientos del útero mediante la toma de conciencia y contacto con las heridas sexuales internas.
Una vez que la mujer conoce a un hombre que quiere involucrarse emocionalmente puede suceder que el dolor emocional de componente sexual que ha quedado acumulado en su útero salga a la luz al abrirse las heridas y se manifieste en diferentes síntomas residuales, como cistitis, hongos, inflamaciones, cáncer de cérvix y otra sintomatología en la vagina y útero que señala la existencia de problemas y dificultades en las relaciones sexuales. Ese hombre representa a todos los que la han dañado anteriormente y al entrar en contacto con ella se movilizan los vestigios de sus heridas sexuales y emocionales.
Ahora bien, el contacto con un hombre que está en un camino de consciencia, que ha abierto su corazón e integrado su energía femenina facilita enormemente el drenaje de las heridas sexuales y emocionales y le ayuda a sanar su útero. Para la mujer, es bueno que el hombre vea en ella a una Diosa y ella lo abrace en una completa y confiada entrega. Un hombre que honre y reverencie lo femenino es lo que necesita una mujer para curar sus heridas
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